A los 60 años de la escuela San José; aunque como institución no lleve ese nombre siempre se llamará así por la memoria colectiva que se rehúsa a olvidar la denominación para tan añorado establecimiento en donde todos quienes ahí estudiamos tenemos recuerdos de nuestra niñez.
Imagen del año 2015
Para recordar un poco, la escuela empezó como Particular San José y funcionaba de primero a sexto grado en la parte baja del colegio Mariano Samaniego (actualmente hay un bar en ese lugar) , al menos así la recuerdo yo, cada quien recordará años más atrás; desde ahí nacía una ladera de pasto y tierra, para los niños “rodadera” en la que nos divertíamos jugando y hoy es un graderío de cemento en su totalidad.
Desde aquel lugar también se podía observar la construcción que día a día iba dando forma a lo que hoy es la actual infraestructura de la escuela, y en el año 1993 forma parte de la Unidad Educativa Fiscomisional Santiago Fernández García.
Pero lo más increíble de todo es ver como los años no han pasado por la escuela, en un gran porcentaje es casi ver intacto lo que un día conocimos; si ingresamos a las aulas el tiempo se ha detenido ahí, se observan ver sus pisos de cemento puro y sus paredes irregulares del revestimiento con una pizarra verde cubierta por el pizarrón de acetato, es como volver a recordar de inmediato donde se ubicaba cada uno de tus compañeros en aquellos pupitres donde nos sentábamos junto a otro estudiante.
Y hablando de pupitres, si bien en la mayoría de aulas han cambiado, en algunos grados aún puedes observar los pupitres bipersonales de madera que cuando empecé mis estudios en la escuela ya tenían un uso considerado y que probablemente pudieron ser los primeros que se adquirieron en 1950, es decir que ahora dichos pupitres tendrían 60 años, ellos cuentan la historia mejor que nadie con sus líneas marcadas en la madera y talvez el nombre de cada niño que puede aún estar escrito debajo de ellos.
En el balcón donde está escrita la palabra SAN JOSE, es recordar al profesor Honorio Imaicela esperando que vayamos a sexto grado para impartir su enseñanza solo como él sabía hacerlo, como niños con temor deseábamos que no sea nuestro profesor, sin embargo, los más agradecidos que eso suceda eran los padres de familia que confiaban en aquel respetable maestro, sin duda no se equivocaban.
Entre los cambios significativos que se pueden ver es que ya no existe el laboratorio de ciencias naturales y aunque muchos años después con la llegada de la tecnología tambien existió un laboratorio de computación, de ello ya no queda nada.
Si vamos hacia la parte de atrás de las aulas donde existía un área de pasto y que por cierto nos limitaban el acceso a aquel espacio, después se construyó una cancha de cemento y el bar se trasladó a ese lugar, ya teníamos otra área para correr y jugar libremente, al día de hoy ahí se ha levantado una cancha sintética con su respectivo cerramiento que impide realizar muchas acciones a los niños, puede ser una gran obra, pero no era prioridad y considero que está ejecutada en un mal lugar.
La puerta principal, que al entrar podías ver la escuela a su alrededor con un cerro Ahuaca pintado en el muro al fondo que adornaba el altar patrio donde se iza la bandera, hoy aquella puerta ha sido movida unos metros a lado, si bien no llama la atención desde su color, tampoco tiene mucha lógica ese cambio, ya que ingresas y te encuentras con un paredón que hace muy estrecho el paso.
Si bien ahora la escuela ha crecido en número de estudiantes y con docentes diferentes como es normal en el ciclo de una institución, parece que su infraestructura sigue detenida sin el más mínimo cambio que a la actualidad requieren la educación, talvez ese sea su destino seguir intacta para el recuerdo de miles de exestudiantes que quieran visitarla y recordarla tal como fue.
En fin, será mi escuela por siempre, LA ESCUELA SAN JOSÉ, QUE ESTE 2020 CUMPLE 60 AÑOS